
Publicado en EL Diario de Paraná por Natalia Strack
En la entrada a Oro Verde, sobre Camino de la Cuchilla, frente al CEMENER, una casa convertida en comedor reúne vivencias y objetos que hunden sus raíces en la historia de Entre Ríos.
En efecto, en el Siglo XlX fue la residencia de Sinforiano Almada, un militar que participó en el ejército del general Justo José de Urquiza. Acaso porque su ubicación estratégica -en el barrio El Triangular- conecta la bulliciosa Paraná con la sosegada Oro Verde, ingresar a la Casa de Almada es internarse en un espacio de otra época: la línea arquitectónica, los ambientes amplios, algunas piezas se proyectan desde el presente hacia un pasado convulsionado por conflictos políticos y territoriales.
El inmueble en cuestión está dispuesto sobre la calle Camino de la Cuchilla, que se abre como una hipotenusa desde la Ruta Nacional N° 11 en el límite entre ambas ciudades.
Hace un cuarto de siglo la propiedad fue adquirida por Wendel Gietz, un abogado y escritor que hace dos años transformó la finca en un comedor.

Gietz, agobiado por una vorágine citadina, adquirió el espacio en 1999 atraído por el contexto rural que disponía y por la antigüedad que denotaban sus aberturas y su arquitectura. Sin saberlo del todo en ese momento, la vida le daba la posibilidad de habitar un rincón colmado de historias significativas a un fanático del estudio del pasado. Así, inició una etapa de sostenida investigación que compendió en un libro llamado “La Casa de Almada, una historia olvidada. Los primitivos orígenes de Oro Verde” (Editorial Ana, 2022).
La charla con Gietz fue entretenida, repleta de referencias, de ejemplos y citas. En el intercambio surgió que Sinforiano Almada habitó la vivienda entre1860 y 1870. El militar y estanciero, posiblemente hijo de paraguayos, nació en Paraná en 1805 y participó en casi todas las campañas militares de la zona, inclusive en las de Urquiza. “En esa época había algunos soldados estables y otros milicianos; Sinforiano Almada pertenecía a la milicia de caballería. Se casó en Paraná con Valentina María de los Santos Martínez. Una década después de su fallecimiento, a los 68 años, dos de sus ocho hijos, Pascual y Teófilo, solicitaron la patente para abrir una pulpería”. Corría el año 1887.

Pasado y presente
En la tarea de recolectar información, Gietz descubrió que los descendientes de Almada ya habían intentado constituir el lugar en un espacio atractivo para clientes, sacando provecho del paso del ferrocarril en 1880 y, luego, de la presencia del cuartel del ejército del Paracao. “Se trataba de una posta porque el camino General de la Cuchilla, que continuaba la actual Avenida de las Américas, llegaba hasta Diamante. La casa quedó en el medio de esa ruta de tránsito; entonces, paraban aquí las personas que viajaban a los pueblos y a Concepción del Uruguay, capital de Entre Ríos en ese momento”, repasó el entrevistado.
Según pudo constatar Gietz en su investigación, el nieto de Sinforiano Almada fue quien le vendió la casa a un italiano de apellido Barbisan, que se dedicaba al arte de la yesería. Durante los siguientes años el espacio fue habitado por numerosas familias, que fueron realizándole modificaciones a la antigua construcción. Al cabo de los años, Gietz compró el inmueble a descendientes de alemanes del Volga, quienes suelen “achicar las aberturas y establecer la puerta de ingreso al costado de la vivienda y no en el frente para mantenerse seguros”, afirmó el escritor.
La premisa de Gietz fue recolectar información para que la vivienda y pulpería se pareciese al modelo arquitectónico que poseyó en el siglo XIX. Habitándola, pasaba horas imaginando diferentes situaciones que debieron tener lugar en aquella misma casona, tantos años atrás.
“Ya viviendo acá, amigos historiadores me anoticiaron del valor que tenía esta casa. Antes que escritor, soy lector, y me interesa la historia entrerriana que es tan poco enseñada. Me maravilla la época dorada que caracterizó a nuestra provincia hace dos siglos; hombres y mujeres con ideales, luchas, valores, cuyos fines no consistían sólo en enriquecerse”, reflexionó el entrevistado, quien agregó: “Me da tristeza cómo se pasó de una Entre Ríos en la que se decidía la política nacional, a que hoy nadie nos consulte nada. Buscaban la libertad, fueron 10 mil entrerrianos a combatir en el ejército de Urquiza para derrocar el régimen tiránico de Rosas cuando toda la provincia de Entre Ríos tenía 50 mil habitantes. Pienso: ¿alguien tendría hoy esa entrega? ¿yo la tendría?”
Perfiles
Para llevar adelante la recuperación arquitectónica, Gietz contrató hace 20 años “al arquitecto indicado para recuperar su historia y su valor, solo por interés personal”. Según comentó, en la propiedad hay vigas de pinotea que datan de 1858, y pese a que estaban deterioradas por las termitas, Gietz hizo fabricar piezas de hierro para sostener la estructura sin tener que eliminar las vigas de madera.
Ante una consulta, el entrevistado contó que entre las aberturas con las que se encontró había una puerta, una reja y una ventana que eran originales, que luego de restauradas sirvieron de modelo para producir réplicas. “Me interesó recuperar las históricas y hacerles copias como un modo de consolidar nuestro patrimonio”.
El entrevistado confirmó que, desde su perspectiva personal, era igualmente importante generar un negocio y, a la vez, poder difundir la historia que guardaba: “Abrí el comedor en 2019 y me mudé de casa. La gente se interesa, los jóvenes preguntan. Quiero traer para el 1 de mayo, con motivo del pronunciamiento de Urquiza, la obra Los herederos de Urquiza. Deseo que la casa sea un punto de encuentro con esa historia olvidada”.
Y prosiguió con su relato: “Lo que más me atrapó fue la figura de Don Almada. Cuando se trata de personajes no tan conocidos, hay que reconstruir la historia en base a indicios; tengo un retrato hecho en lápiz, por ejemplo, pero lamento no haber encontrado una carta. Me gusta pensar que Urquiza debe haber pasado por la Pulpería de los Almada, y que en algún rincón deben estar resonando conversaciones sobre cómo resolver situaciones conflictivas”.
Más allá de los logros que están a la vista, la recuperación es una tarea que no ha terminado. Por ejemplo, está pendiente modificar el acceso al sótano, lo que debe realizarse con aportes de profesionales para garantizar la seguridad al público. Asimismo, el entrevistado compartió que la idea de las reformas es recrear un ambiente “para que los visitantes sientan que están en una casa del Siglo XIX en Entre Ríos”. Esta es la razón por la que hay sillas de cuero y monedas extraídas del aljibe del patio. A futuro piensan exponer en una vitrina objetos valiosos de la época.
Entre los numerosos adornos se encuentra uno de los mapas más antiguos de Entre Ríos, realizado por el cartógrafo Augusto Bravard. Fue producido en 1958 y publicado dos años después. En el mismo se pueden observar los dueños de las estancias en esa época y se detalla el apellido Almada como propietario de numerosos campos del sur.
Significación
El valor patrimonial de la propiedad tuvo reconocimientos institucionales. Por Ordenanza n° 021, en 2020, el Concejo Deliberante de Oro Verde reconoció a lo que fuera la Pulpería de los Almada como un “bien de interés histórico y cultural”.
Dos años más tarde, cuando se presentó el libro La casa de Almada, una historia olvidada distintas entidades se hicieron presente, empezando por la Municipalidad. Cabe destacar que además asistieron al acontecimiento soldados del ejército vestidos de época con sus trajes de pechera blanca, además de bailarines.
Cuando pertenecía a los hijos de Sinforiano, el almacén familiar era conocido como “Lo de Almada”. No obstante, su actual nomenclatura fue producto de una idea de Gietz, quien se inspiró en La Casa de Esteban de Luca, un negocio en el barrio bonaerense de San Telmo, uno de los revolucionarios de Mayo.

Almada y Caseros
Tal como Gietz relató en su libro, el 3 de febrero de 1852 Sinforiano Almada “revistió con el grado de Capitán al mando de la 2da Compañía del séptimo Escuadrón de caballería de la División Palavecino, una de las grandes unidades de batalla integrada completamente por entrerrianos y comandada por el coronel Palavecino. Con posterioridad a la batalla, Sinforiano Almada fue ascendido al grado de Sargento Mayor, equivalente al de Mayor del escalafón superior de oficiales jefes”.
Gietz aprovechó el período de aislamiento a causa de la pandemia, para avanzar en la investigación. El material aporta los datos necesarios para darle aún más valor y razón a la antigua construcción que se conserva en El Triangular.
La Casa de Almada no solo es un espacio arquitectónico pintoresco, sino un disparador de curiosidad y un punto de partida para la reflexión de un pasado entrerriano en el que se destacan principios, valores e infinidad de anécdotas que contribuyen a la historia argentina. El objetivo de su actual propietario se cumplió y personas de diferentes edades, residentes y turistas se acercan a degustar los elaborados platos en un ambiente de aroma histórico.